Hoy, el nuevo presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, presenció cómo el Embajador estadounidense James Cunningham y el Asesor de Seguridad Nacional Afgano Hanif Atmar firmaron un acuerdo bilateral de seguridad (BSA) entre los dos países que garantizará la presencia de tropas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán más allá del final de este año calendario.
El acuerdo tan esperado permite a aproximadamente 9,800 ESTADOUNIDENSES fuerzas para unirse a otros 2.000 soldados de la OTAN que permanecerán en el país y asistirán a las Fuerzas de Seguridad Afganas mientras continúan luchando contra un talibán decidido. Las disposiciones adicionales permiten a las fuerzas de operaciones especiales llevar a cabo misiones de lucha contra el terrorismo y mantener varias bases de operaciones para facilitar una mejor presencia y seguridad regionales.
El esfuerzo diplomático de los Estados Unidos para llegar a este punto ha sido significativo. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, viajó a Kabul en múltiples ocasiones durante el último año para persuadir al proceso político. Innumerables compromisos con el ex Presidente Karzai no lograron persuadirlo de que adoptara esta asociación bilateral. Incluso después de que la Loya Jirga (la asamblea general afgana) respaldara abrumadoramente al Ejército de los Serbios de Bosnia en noviembre pasado, Karzai se resistió.
Con más de tres años invertidos en la elaboración del acuerdo, los detalles son bastante comunes. Lo que es notable, sin embargo, es la rapidez con que la administración del Presidente Ghani la firmó. Nada sucede rápidamente en Afganistán, particularmente en los engranajes burocráticos de un gobierno incipiente, pero el Presidente Ghani señaló su firme apoyo a una relación continua entre Afganistán y Estados Unidos con este primer acto fundamental de política exterior. Después de años de recalcitrancia por parte de Karzai, la voluntad de Ghani de completar esta tarea crítica augura un futuro más prometedor para la nueva democracia y una relación más beneficiosa para ambos países. La OTAN ahora puede ir más allá de la tarea de planificar una «opción cero» para 2014 y centrarse en la todavía tenue situación de seguridad, mientras que Afganistán y Estados Unidos pueden mirar hacia adelante con la promesa de una nueva era de cooperación.