Señor, Enséñanos a Orar

Martes de Junio 26, 2018

Siempre me sorprende que los discípulos nunca le dijeran a Jesús: «Señor, enséñanos a predicar.»Escucharon el sermón más grande que jamás haya sido predicado por el hombre más grande que jamás haya existido, el Sermón de la Montaña, y sin embargo ninguno de ellos dijo: «Señor, enséñame a predicar.»Nunca dijeron:» Señor, enséñanos a hacer milagros.»

Dijeron: «Señor, enséñanos a orar.»

Y te diré, si hay alguna oración que necesita ser orada en la iglesia de Dios hoy, en lo que a mí respecta, es, » Señor, enséñanos a orar.»(Leonard Ravenhill)

Ya no rezo como lo hacía de niño. Al igual que el apóstol Pablo, cuando me hice hombre, abandoné los caminos infantiles (I Corintios 13:11). En el contexto de la oración, esto significaba renunciar a «Ahora me acuesto a dormir at» a la hora de la cama y «Dios es grande at» a la hora de la comida para palabras más personales con el Todopoderoso.

Sin embargo, esporádicamente me encuentro perdido por las oraciones que anhelo ver escapar de mis labios. Cuando rezo, tengo que aplicar un esfuerzo consciente para evitar la repetición a la que me aferraba cuando era niño a través de la memorización y el hábito.

Afortunadamente, en el Sermón de la Montaña (Mateo 6), Jesús enseña un marco simple pero profundo para hablar con Dios cuando no sabemos qué orar.

Por qué Oramos

Al comienzo de su enseñanza, Jesús comienza diciendo: «Y cuando oras,» no » Y si oras.»Dios asume una relación continua con su pueblo a través de la oración. Abstenerse de la oración, aunque «vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (v.8), facilita el egocentrismo y una actitud de independencia de Dios. Descuidar la oración nos desconecta de la dependencia consciente de Dios. En resumen, la oración no es un monólogo, sino un diálogo.

Como dice Juan Calvino,

Los creyentes no oran con el fin de informar a Dios sobre cosas desconocidas para él, o de incitarlo a cumplir con su deber, o de instarlo como si fuera reacio. Por el contrario, oran para que se despierten a buscarlo, para que ejerzan su fe meditando en sus promesas, para que se alivien de sus ansiedades derramándolas en su seno; en una palabra, para que declaren que solo de él esperan y esperan, tanto para sí mismos como para los demás, todas las cosas buenas.

Cómo orar

Alabanza a Dios

«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.»(vv. 9-10)

La Oración del Padre Nuestro comienza con lo que me gusta llamar proyección; es decir, proyectar nuestras alabanzas a Dios por su naturaleza santificada (santa, consagrada) y su autoridad soberana sobre toda vida (Colosenses 1:16-17).

Como criaturas egoístas, somos propensos a lanzarnos a demandas al comienzo de la oración. Pero comenzar con la adoración restablece el corazón en una postura de humildad, ya que permite a la mente morar en las innumerables bondades que Dios ya ha mostrado.

El salmista David escribe,

yo daré gracias al Señor con todo mi corazón; Te contaré todas tus maravillosas hazañas. Me alegraré y me regocijaré en ti; cantaré alabanzas a tu nombre, Oh altísimo. (Salmo 9:1-2)

En estos dos versículos, David, como Jesús, nos da un ejemplo, comenzando su oración con gratitud a Dios. A continuación, recuerda las «obras maravillosas» de Dios hacia él. Pero a medida que el versículo dos se acerca a su fin, vuelve su atención a encontrar la alegría solo en el Altísimo.

Jesús nos enseña en el Padrenuestro a comenzar la oración adorando a Dios por su santidad, y por el deseo de ver a su soberano desplegarse aquí en la tierra como en el cielo.

Petición de Pan de cada día

«Danos hoy nuestro pan de cada día…» (v. 11)

Después de que Jesús resalta la proyección de nuestra alabanza a Dios, él pide la provisión de Dios de dos maneras en los versículos 11-12.

Jesús hace referencia al pan aquí primero, lo que nos remite al pan que cayó del cielo para los israelitas. En Éxodo 16, el autor escribe,

Entonces el Señor dijo a Moisés: «He aquí, voy a hacer llover para ti pan del cielo, y el pueblo saldrá y recogerá cada día una porción de un día, para que yo los pruebe, si andarán en mi ley o no.»(v. 4)

» El pan de cada día» y «la porción de un día» de pan nos dicen claramente que Dios provee lo que se necesita para el día. «Mi Dios suplirá toda necesidad vuestra conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús», añade Pablo en Filipenses 4:19.

En resumen, confíe en las infinitas riquezas de Dios para las necesidades del día, y vuelva a la adoración gozosa por la noche, agradeciéndole por ser el que provee sin falta.

Petición de perdón

«…y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.»(v. 12)

Además de la petición de pan de cada día, Jesús nos enseña a hacer una petición de perdón, mientras nos recuerda que necesitamos perdonar a los demás.

Por qué necesitamos el perdón por nuestro pecado contra Dios se puede responder de muchas maneras, pero el Dr. John Piper proporciona una respuesta sucinta:

Se trata de llegar a Dios . Estoy hecho para Dios. Estoy hecho para conocerlo y amarlo y estar con él en una comunión que es satisfactoria para mi alma y, porque es satisfactoria para mi alma, glorifica a su nombre. (Deseando a Dios)

El perdón a través de la muerte de Jesús en la cruz es la única manera en que podemos ser traídos de vuelta a esta relación con Dios.

¡Cómo este versículo pone a prueba nuestra capacidad de dejar de ser tratados injustamente! Rara vez pasa un día en el que no clamo a Dios por el perdón de mis pecados, pero tiendo a guardar más silencio sobre perdonar a los demás. «Como el Señor os ha perdonado, así también vosotros debéis perdonar», escribe Pablo en Colosenses 3: 13. Después de concluir la Oración del Padre Nuestro, Jesús continúa diciendo que nuestros pecados no serán perdonados por Dios si no perdonamos a otros que nos ofenden (6:14-15).

El mensaje es claro: Perdona mucho, porque has sido perdonado mucho.

Protección contra el Mal

«Y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal.»(v. 13)

La Oración del Padre Nuestro concluye con un llamado a la guía y a la liberación, a la guía para alejarse del pecado tentador y al rescate del mal. De hecho, «mal» es una palabra que solo se amplifica en malevolencia con la adición de una» d » al principio.

Pero este último versículo del Padrenuestro nos recuerda el famoso salmo: Salmo 23. En ella escribe David, «aunque camine por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo» (v. 4).

Juan Calvino proporciona un resumen conciso del versículo 13, escribiendo: «El que implora la ayuda de Dios para vencer las tentaciones, reconoce que, a menos que Dios lo libere, estará constantemente fallando.»

El apóstol Santiago afirma las palabras de Calvino, agregando que somos tentados a pecar por nuestros propios deseos egoístas (Santiago 1:13-14). Pero a los hombres y mujeres que resisten bajo tales tentaciones y pruebas se les promete la corona de la vida (ver Santiago 1:2-18).

Jesús nos enseña a implorar la ayuda de Dios para su protección de todo mal, ya sea el diablo, o nuestros propios corazones pecaminosos.

Bendición

La mayoría de las traducciones de la Biblia no incluyen la bendición al final de la Oración del Padre Nuestro , pero nos serviría bien revisar la traducción del Rey Jacobo con el propósito de volver una última vez a alabar al Señor: «Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén » (Mateo 6: 13).

Si alguna vez no está seguro de qué orar, regrese al Padrenuestro. Es corto pero maravillosamente profundo y restaurador. Comienza alabando a Dios por lo que es. Luego, pídele perdón y provisión. Finalmente, busca su consejo para alejarte de las trampas del mundo y de tu propio pecado, porque él es el Libertador más poderoso.

Nota del Editor: Profundice en las riquezas en las riquezas de este pasaje en esta serie de sermones sobre el Padrenuestro del Pastor Colin Smith.

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